Chapter 88
Capítulo 88
-Hace diez años, Mario fue encarcelado por abuso y maltrato infantil, y por intento
de
violación.
La punta de la pluma en las manos de Alberto se detuvo abruptamente sobre el documento. Levantó la vista, completamente sorprendido, y miró a Francisco: - ¿Ese hombre es el padre adoptivo de Raquel?
Francisco asintió con la cabeza: -Sí, presidente Alberto, el padre adoptivo de la señora Raquel es un pervertido y un imbécil.
El rostro de Alberto, con sus líneas masculinas y atractivas, se tornó inmediatamente severo y sombrío. A decir la verdad, ya sospechaba que algo entre Raquel y ese hombre estaba oculto, pero jamás imaginó que sería una historia tan terrible.
En ese momento, sonó su celular con su característica melodía.
Alberto contestó rápidamente. Al otro lado, se escuchó la voz desesperada de Laura: —¡ Presidente Alberto, hay un problema, ¡Raquelita ha tenido un problema!
Alberto apretó el celular: -¿Qué le ha pasado a Raquel?
-Raquelita fue al club nocturno a ver a su maldito padre adoptivo, llevándole un cheque. No me fiaba, así que fui tras ella, pero cuando entré, ya no estaba. ¡La ha llevado ese maldito hombre!
¿Qué dices?
Alberto se levantó rápidamente de su asiento y salió del estudio. Abrió la puerta del dormitorio y vio
que la habitación estaba vacía. Ella en verdad se había ido.
Hace un momento, cuando él salió, ella estaba allí. ¡Ella había ido sola a ver a Mario!
-¿Por qué fue a ver a Mario con un cheque?
-Porque Mario tiene una foto de Raquelita.
¿Una foto?
¿Sería entonces la foto que Mario le envió hoy?
Alberto miró hacia la mesita de noche, donde vio una caja. La abrió y dentro descansaba una
foto.
Tomó la foto con una mano, y al instante, sus largos y afilados dedos se apoderaron de ella con fuerza. Su rostro atractivo se tornó sombrío, cubriéndose con una capa de furia. ¡Ese maldito!
Capitulo 88
¿Por qué no se la había mostrado a él?noveldrama
Ella podría habérsela contado.
En ese momento, Alberto observó la foto con más detalle. Algo sobre la imagen
de la pequeña Raquel le parecía familiar. Había visto esa expresión antes.
Sus ojos se abrieron de par en par y su mirada se endureció. ¡La había visto antes! ¡Era la misma niña que lo había salvado en la cueva!
Pero... Esa niña era Ana.
¿Acaso no fue Ana quien lo salvó? ¿Era posible que la persona que lo había salvado no fuera Ana, sino Raquel?
¿Había estado equivocándose todo este tiempo?
Alberto se sintió completamente confundido. En aquel entonces, él estaba gravemente herido, casi sin vida, y no pudo ver el rostro de la niña con claridad.
Al despertar al día siguiente, ella ya se había ido.
Entonces... ¿la niña que lo salvó era en verdad Raquel?
¿Era ella la que lo había ayudado?
—¡Presidente Alberto! ¡Presidente Alberto, ¿está escuchando lo que digo?! -gritó Laura,
preocupada.
Alberto volvió en sí y se dio cuenta de lo urgente de la situación. Laura insistió: - ¡Presidente Alberto, tiene que enviar gente a buscar a Raquelita! ¡Ella ha caído nuevamente en manos de ese maldito hombre! ¡Esta vez debe encontrarla y traerla de vuelta!
Sí, lo más importante en ese momento era encontrar a Raquel.
Solo al encontrarla, él podría saber si era la misma niña de años atrás.
Si era ella... ¿cómo pudo haberse equivocado tanto? ¿Cómo pudo dejarla sola con ese hombre perverso, hacerle pasar por todo eso? No podría perdonarse
nunca.
¿Qué tan aterrada habría estado ella en ese entonces?
Él le había prometido llevarla consigo.
Le había prometido que sería suya.
Con los ojos inyectados en sangre, Alberto miró a Francisco con frialdad y ordenó: -Ve a obtener las grabaciones de las cámaras de seguridad, rastrea el auto de Mario y bloquea todos los accesos en Solarena. ¡Quiero que no tenga escapatoria!
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