El CEO se Entera de Mis Mentiras

Chapter 89



Capítulo 89

Mario conducía una furgoneta blanca a gran velocidad por la carretera. A través del retrovisor, miraba el asiento trasero, donde Raquel yacía, aún inconsciente.

Mario observaba con morbosidad las curvas de Raquel, su cuerpo de formas pronunciadas. En ese momento, deseaba con todas sus fuerzas aprovecharse de

ella.

Sin embargo, por precaución, quería alejarla de allí. Una vez llegaran a un lugar apartado, donde nadie los conociera, ella no tendría oportunidad de escapar.

Podría hacer con ella lo que quisiera.

Solo pensar en eso lo hacía sentirse lleno de excitación.

De repente, el auto que iba delante se detuvo abruptamente, y Mario pisó el freno con rapidez.

¿Qué estaba pasando?

Había un embotellamiento.

Los conductores de los autos cercanos asomaban sus cabezas: -¿Qué fue lo que ocurrió? ¿ Hubo un accidente?

-No es un accidente. Alguien ha cerrado la carretera. El cruce de adelante está bloqueado.

Están revisando los autos.

¿Bloquear la carretera?

El rostro de Mario cambió drásticamente, y un mal presagio lo invadió.

-¿Quién tiene el poder de cerrar todo el área de Solarena?

-Dicen que es el presidente de Grupo Díaz, Alberto. Él es el hombre más rico de Solarena, y esta zona es su territorio. ¿Quién puede desafiarlo aquí?

-¿El presidente Alberto bloqueó el cruce? No será que está persiguiendo a su esposa fugitiva, ¿

verdad?

-¿Te has leído demasiadas novelas?

Los conductores de los autos particulares seguían charlando.

El corazón de Mario se hundió. ¡No! ¡Alberto vino a buscar a Raquel!

María le había dicho que Alberto nunca había querido a Raquel, que ella era solo una mujer rechazada.

Pero entonces, ¿por qué Alberto estaba causando tanto alboroto por una mujer rechazada?

En ese momento, apareció un grupo de personas vestidas con uniformes de trabajo, y comenzaron a revisar los autos, uno por uno.

Mario se puso muy nervioso. No podía quedarse allí esperando.

Si continuaba así, pronto lo descubrirían.

Con rapidez, abrió la puerta del auto, tomó a Raquel en sus brazos y, abandonando el vehículo, comenzó a huir.

Raquel sintió una mano sucia y obscena tocando su rostro. Sus pestañas

delgadas temblaron y abrió lentamente los ojos.

Ahora se encontraba en una cueva oscura, acostada sobre un montón de malas hierbas. Mario estaba a su lado, tocando su cara.

-Raquelita, ¿estás despierta aun?

Raquel sintió un poco de dolor en la parte posterior del cuello, y la mano que la tocaba ahora le resultaba más repulsiva que nunca, como un escorpión venenoso que la envolvía, causándole náuseas. Con voz fría, dijo: —¡Vete! No me toques con tus manos sucias.

Mario no se enojó en absoluto: -Raquelita, eras muy hermosa cuando llegaste al campo. Pensé en esperar a que crecieras. No sé cuántos hombres querrían estar contigo, pero si tienes sexo conmigo, serás mi esposa.

-¿Por qué no eres obediente? ¿Por qué me cegaste un ojo? ¿Por qué me pusiste en prisión durante diez años? Ahora sigues aquí, bajo mi poder. Vas a acostarte conmigo y a someterte.

Mario estaba fuera de control emocional y lleno de deseo. Él solo aguantaba la inacción para esperar que Raquel despertara. Quería vengarse de la pérdida de su ojo, y torturaba a Raquel con sus pensamientos y palabras.noveldrama

Extendió la mano e intentó arrancar la ropa de Raquel.

Raquel luchó con fuerza: —¡Déjame ir! ¡No me toques!

Mario jadeó: -Raquelita, ¿quién te va a salvar? ¿Tu esposo Alberto?

Pensando en la forma en que acababa de escapar, Mario parpadeó con ojos sombríos: -Es demasiado tarde. Cuando llegue, ya habré tenido sexo contigo. Y cuando te conviertas en una persona sin dignidad, ¿crees que él te querrá de nuevo?


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