El CEO se Entera de Mis Mentiras

Chapter 79



Capítulo 79noveldrama

Al escuchar esa palabra "mamá", Alberto se sintió aliviado de que, aparte de él, nadie más supiera lo sucedido.

¿Acaso no le importaba su dignidad?

¡Nunca en su vida había hecho algo así!

Afortunadamente, Raquel se sintió reconfortada por su "mamá está aquí", se metió en el abrazo de Alberto y sus pequeñas manos se aferraron con fuerza a su estrecha cintura, sumergiéndose en un sueño profundo.

Alberto pensó que en verdad sabía cómo enganchar a las personas. Miró hacia abajo y la vio: ya no lloraba, pero las lágrimas brillantes aún humedecían sus largas pestañas, lo que la hacía aún

más adorable.

Alberto sonrió levemente: -No soy tu mamá, soy tu papá. Raquel, ¿por qué no me llamas papá” para escucharlo?

Raquel, dormida, no respondió en absoluto.

Alberto la abrazó por los hombros delicados y también se quedó dormido.

Al día siguiente, Raquel abrió los ojos.

Fuera, la luz del amanecer iluminaba todo, y los cálidos rayos del sol ya se habían filtrado dentro de la habitación; era ya la mañana del segundo día.

Raquel intentó levantarse, pero al mover el cuerpo, se dio cuenta de algo extraño: un brazo fuerte y cálido rodeaba su frágil hombro. Ella estaba acostada en el abrazo de otra persona.

Raquel se quedó quieta por un momento, luego levantó la vista y vio el rostro atractivo de Alberto.

La noche anterior, Alberto no había dormido en el sofá, sino en la cama.

Ella estaba dormida en sus brazos.

¿Qué estaba pasando?

¿Cómo era que él estaba allí?

El hombre aún no se había despertado, y Raquel, con cuidado, relajó su cuerpo.

A diferencia del hedor sucio y repulsivo de Mario, el aroma de Alberto era limpio, cálido y valioso; tan valioso que cualquier mujer desearía.

Deseaba su cuerpo.

Deseaba al hombre.

Raquel miraba apuesto y, poco a poco, levantó su pequeña mano, tocando con sus dedos delicados y con cautela su firme mandíbula.

La barba de su mandíbula estaba perfectamente afeitada, pero al tocarla, sus dedos sintieron

una capa fina de vello.

El vello punzaba ligeramente sus dedos, causando un dolor sutil, casi un cosquilleo.

En ese momento, Alberto se movió un poco y abrió los ojos, despertando.

Raquel, como un rayo, retiró rápidamente su mano, como si hubiera hecho algo malo y un adulto la hubiera descubierto. Se apartó de su abrazo y, de forma impulsiva, se sentó en la

cama:

Alberto, ¿por qué estás durmiendo en mi cama?

Alberto, aún medio dormido, con sus ojos oscuros reflejando una perezosa sorpresa, la miró con diversión: -Raquel, ¿no recuerdas lo que pasó anoche?

Ella en verdad no lo recordaba.

Recordaba que se había bañado y se había acostado temprano.

-¿Qué fue lo que sucedio anoche?

-Anoche, tú me agarraste de la mano y me pediste dormir conmigo, incluso me llamaste "tío

¿Qué dices?

Los ojos de Raquel se abrieron de par en par, llenos de shock, y lo miró sin creer lo que oía: —¡

Estás mintiendo!

Tomó la almohada y la arrojó hacia su rostro.

¡Ella nunca haría eso!

Alberto, con facilidad, giró la cabeza para evitar el golpe y, rápidamente, sujetó su muñeca delgada, tirando de ella con fuerza. Raquel, cuyo cuerpo delicado cayó sobre él.

Alberto levantó una ceja, con una sonrisa traviesa en su rostro, irradiando el encanto de un hombre maduro: -Vamos, llámame "tío", quiero escucharlo.

La carita pequeña de Raquel se puso instantáneamente roja como un tomate. ¿Qué clase de gusto tan vulgar era aquel?

Lo miró con furia y lo empujó, levantándose de un salto.

Capitulo 79

Pero pronto, una fuerza la atrajo hacia él, y su cabello se enredó en el botón de su pijama.

-¡Ay, mi cabello!

Raquel rápidamente trató de soltar su cabello.


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