Chapter 78
Capítulo 78
Raquel regresó a casa de doña Isabel, quería ver a su abuela.
Al llegar a la puerta de la habitación de doña Isabel, vio que ella estaba conversando con
Alberto.
Doña Isabel, con cariño, le dijo: -Alberto, hoy vino el padre adoptivo de Raquelita. Veo que Raquelita no está muy bien emocionalmente, debes dedicarle más tiempo y prestarle más
atención.
Suspiró y continuó: -Raquelita fue enviada al campo desde pequeña, su padre biológico se fue pronto y su madre no fue buena con ella. Puedo ver que siempre ha sido una niña solitaria,
deseando ser amada.
-Su padre adoptivo, aunque estuvo en la cárcel durante diez años, logró criar a una niña tan buena como Raquelita. Además, ella se casó con nosotros, con la familia Díaz. Nosotros debemos agradecerle. Mira lo que él necesita: casa, trabajo, dinero. Si tú te encargas de eso, será como si estuvieras cumpliendo las responsabilidades que le corresponden a él por
Raquelita.
Doña Isabel le dio esta recomendación con un tono serio y preocupado.
El rostro elegante y distinguido de Alberto, bajo la luz, parecía más suave. Asintió: -No te preocupes, abuela.
Raquel, al escuchar la conversación desde fuera, sintió que sus ojos se empañaban de lágrimas. No entró, sino que se dio la vuelta y regresó a su habitación.
Alberto estaba en su despacho, manejando algunos documentos. Cuando regresó a su habitación ya era de noche.
Raquel ya estaba dormida, su cuerpo delicado encogido en la cama, formando una pequeña
bola.
Alberto se dio una ducha, y pronto vio algo sobre la mesa de noche. Era el cheque de cien mil dólares que le había dado a Mario.
Ella había logrado recuperar el cheque de los cien mil dólares.
Ahora, estaba sobre la mesa de noche, devuelto a él.
Alberto esbozó una pequeña sonrisa y su mirada se posó sobre el rostro de Raquel.
Catulo 78
La luz amarillenta de la lámpara de la mesita de noche la iluminaba. Raquel dormía inquieta, como si estuviera teniendo una pesadilla. Su fina y hermosa ceja estaba fruncida mientras
murmuraba: -Mamá... Mamá...
En su sueño, la llamaba mamá.
Las largas pestañas de Raquel temblaron, y pronto grandes lágrimas
comenzaron a deslizarse por la comisura de sus ojos.
Ella estaba llorando.
Alberto se quedó paralizado, y sin pensarlo, levantó la mano y suavemente le secó las lágrimas.
En ese momento, Raquel, mientras dormía, sujetó su mano con fuerza: -Mamá... Mamá, no te
vayas...
Alberto quedó en silencio.
¿Ella lo estaba tomando por su mamá?
¿Cómo?
-Raquel, ¡yo no soy tu mamá!
Él quería retirar su mano.noveldrama
Pero Raquel, inquieta, apoyó su pequeño rostro en su palma y frotó suavemente, buscando agradarle: Mamá, no te vayas, no me dejes sola...
Alberto se quedó sin palabras.
Le respondió con tono brusco: -Raquel, lo repito, ¡yo no soy tu mamá!
De repente, Raquel comenzó a temblar, sollozando con fuerza, y gritó: -¡Mamá... Mamita...!
Alberto no sabía qué hacer.
Las lágrimas cristalinas de Raquel resbalaron por su hermoso rostro, cubierto de llanto. Era una visión tan desgarradora que le partía el corazón.
Alberto sintió que su corazón se llenaba de compasión. Era la primera vez que veía a Raquel derramar lágrimas frente a él, y parecía... Incapaz de soportar su Ilanto.
No se fue al sofá a dormir, sino que levantó las sábanas y se metió en la cama. Con su otra mano, acarició suavemente la espalda de Raquel. Nunca había consolado a una muchacha de esta manera, se sentía algo torpe. Pero trató de calmarla y, suavizando su voz, le dijo: -Ya basta de llorar... Mamá está aquí...
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