Chapter 75
Capítulo 75
Alberto estaba siendo demasiado generoso. Mario pensó por un momento y luego dijo: Presidente Alberto, decida usted.
Alberto preguntó: -¿Cien mil dólares están bien?
¿Cien mil dólares?
Los ojos de Mario brillaron al instante. No esperaba que Alberto pudiera dar tan
fácilmente esa
cantidad de dinero.
-Está bien.
Alberto sacó un cheque y se lo entregó a Mario.
Mario miró la cifra, efectivamente, eran cien mil dólares: -Le agradezco. Presidente Alberto. Me voy ahora.noveldrama
Mario se alejó felizmente con el cheque de cien mil dólares.
Alberto regresó a su habitación, donde Raquel ya lo estaba esperando.
Raquel lo miró y preguntó: -¿Qué te dijo Mario?
Alberto levantó la mano y desabrochó un botón de su camisa negra, dejando ver su clavícula perfectamente esculpida. Sonrió ligeramente: -¿Qué crees que me dijo?
Raquel frunció el ceño: -Te estoy hablando en serio, no estoy bromeando.
Alberto se quitó el reloj de acero de lujo de la muñeca y lo dejó sobre la mesa. Al ver su expresión tensa y seria, arqueó una ceja: -No me dijo nada, solo vino a pedirme dinero.
Raquel cambió su expresión: -¿Se lo diste?
-Se lo di.
-¿Cuánto?
Cien mil dólares.
Raquel se quedó sin palabras: -¿Quién te pidió que le dieras dinero? ¡Y encima le diste cien mil dólares!
Alberto se acercó a Raquel: -Raquel, ¿por qué estás tan irritable esta noche? Es tu padre adoptivo, ¿qué pasa con dar cien mil dólares?
Capitulo 75
Raquel lo miró con fijeza. Él, siempre tan elegante y generoso, siempre se comportaba bien con ella. Para él, cien mil dólares no era más que una pequeña limosna.
Sus ojos claros se posaron en cara bonita: -Hoy te pidió cien mil dólares, mañana te pedirá veinte millones. Solo alimentas su codicia. Ahora mismo voy a ir a recuperar el dinero.
Raquel dio un paso hacia la puerta.
Pero Alberto la detuvo, tomándola de la muñeca con fuerza: -Raquel, ¿qué te pasa?
Luego, en voz baja, le preguntó: -¿Por qué tu padre adoptivo está en la cárcel? Diez años de condena, no es una sentencia para nada leve.
Él le preguntó por el motivo de la condena de su padre adoptivo.
Su mirada era suave, sin mostrar desprecio alguno por ella tras la llegada de Mario. Alberto, desde pequeño, había recibido una educación privilegiada, y su comportamiento era refinado. Era un hombre bueno.
Doña Isabel también había sido comprensiva con su origen, dándole calor y protección. Tal vez eso era lo que en verdad significaba tener un linaje poderoso, una familia con influencia y poder.
Mario le había lanzado ese día esa pregunta, pero ella no la había respondido no porque se sintiera avergonzada, sino porque no veía necesidad de hacerlo.
Raquel miró a Alberto: -Esto es un asunto personal mío, no te incumbe.
Alberto sonrió con labios finos, una sonrisa que dejaba mucho a la interpretación. Tiró de su muñeca y la acercó a él, riendo mientras la regañaba: -Raquel, no seas arrogante ni faltes a la gratitud.
Raquel respondió con calma: -Alberto, si no puedes encargarte de algo, no te metas. No le des falsas esperanzas a los demás, así no los harás decepcionarse.
Dicho esto, Raquel retiró su brazo de la mano de él y se dio la vuelta
Él era un buen hombre, pero no era para ella.
Pronto se divorciarían, él era de Ana.
para irse.
Así que, por más que quisiera apoyarse en él, nunca sería capaz de hacerlo en verdad.
Hace años, él le había prometido que la sacaría de allí, pero él nunca sabría cuánto tiempo ella lo esperó sola en esa cueva. Esperó día tras día, pero él nunca vino.
Solo llegó ese maldito Mario.
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