El CEO se Entera de Mis Mentiras

Chapter 66



Capítulo 66

Alberto estaba vestido con un pijama de seda negro. En cuanto salió, escuchó a Ramón invitando a Raquel a salir a divertirse.

Raquel giró la cabeza y vio a Alberto. Le dijo a Ramón: -Te devuelvo la llamada más tarde.

Colgó y miró a Alberto, diciendo: -Presidente Alberto, me voy.

Raquel extendió la mano para tomar su bolso.

La voz suave y distante de Alberto resonó, con un tono de indiferencia: -¿A dónde? ¿A salir con Ramón?

Raquel no respondió. Se dio la vuelta para irse.

Pero Alberto, la agarro firmemente por la muñeca delicada y pálida.

Raquel detuvo sus pasos, sintiendo su temperatura, que era increíblemente cálida.

El calor de sus dedos ardientes parecía capaz de quemar su piel.

La ducha fría que había tomado anteriormente no solo no la había enfriado, sino que parecía haberlo exacerbado aún más.

Raquel intentó retirar su muñeca, pero Alberto la empujó contra la pared: -¿Hasta dónde han llegado con Ramón? ¿Ya tuvieron sexo?

¡Pum!

El teléfono de Raquel cayó al suelo, haciéndose pedazos al impactar con la alfombra.

La luz tenue de la habitación iluminaba débilmente, mientras su cuerpo masculino, erguido y firme, la aprisionaba contra la pared. Le preguntó si había tenido sexo con otro.

Las largas pestañas de Raquel temblaban como alas de mariposa, y sus ojos, brillantes y llenos de lágrimas, lo miraban con vergüenza y furia: ¡No te lo voy a decir!

Alberto presionó ligeramente su mejilla derecha con la lengua y soltó una risa baja.

Estaba bajo el hechizo de una fragancia embriagadora, pero pensó que podría controlarse. Sin embargo, al verla mirarlo con esa intensidad, el deseo en su interior se desató y no pudo detenerse. Ni siquiera la ducha fría había servido. ¿Ahora ella iba a salir pues con otro tipo?

Alberto observó su carita linda y delicada y sus ojos bajaron, fijándose en sus labios carmesí.

Le tocó suavemente con el dedo: -¿Te gusta que te bese yo, o prefieres que te bese Ramón?

Capitulo 66

Raquel no podía creerlo.

¡Este hombre está loco!

Raquel levantó la mano para empujarlo: ¡Sueltame...!

Pero Alberto inclinó la cabeza y la besó en los labios rojos.

Los ojos de Raquel se abrieron con sorpresa, y su mente quedó en blanco. Él la había besado a

la fuerza.

Alberto la besó con mucha fuerza, aplastando sus labios contra los suyos.

Raquel luchó por respirar y se revolvió con fuerza: -Alberto, no...

Alberto, con voz ronca, murmuró: -Raquel, ayúdame.

Ella era como un manantial delicioso. Cada célula de su cuerpo le pedía que la tuviera.

Estar con ella en verdad se volvía adictivo.

Raquel, asustada, trató de alejarlo.

Pero sus dedos eran firmes y decididos, sujetándola con fuerza.

-Alberto, cálmate. Puedo ayudarte, pero no de esta forma...

Raquel gritó.

El grito desgarrado de su voz, tan suave y quebradizo, hizo que los ojos de Alberto se enrojecieran con furia.

Sus labios delgados se posaron sobre su mejilla, y luego bajaron a besar su cabello: -Raquel, ¿ te gusto más yo, o prefieres a Ramón?

Su voz sonaba áspera, como si pasara por piedras, y la presionaba,

preguntándole si le gustaba él o Ramón.

Era un comportamiento cruel y humillante.

La humillaba.

Raquel, con las piernas temblorosas, no podía mantenerse en pie. Evitaba sus besos: -¡ Alberto, suéltame!noveldrama

En ese momento, un golpe en la puerta interrumpió la escena. La voz de la sirvienta se oyó desde fuera: -Señor Alberto, la señorita Ana ha llegado. En


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