El CEO se Entera de Mis Mentiras

Chapter 96



Capítulo 96

Alberto bajó la cabeza y aplastó con fuerza sus labios sobre los de ella.

El sonido de la vibración continuaba, Ana seguía llamando. Raquel sintió que esa sensación de infidelidad volvía. Aunque ella y Alberto eran una pareja legalmente casada, se sentían como si estuvieran engañando a Ana a escondidas.

Alberto la besó con furia, como si quisiera castigarla. Sus labios suaves fueron mordidos con fuerza, y luego él la besó sin piedad, reclamando cada respiro de ella como si fuera un huracán arrasando todo a su paso.

Esa mujer seductora, jella solo disfrutaba de hacerlo!

Mario tenía razón al decir que a ella le gustaba seducir a los hombres. Con tan poca edad, ya podía atraer a hombres con malas intenciones.

En ese momento, su pequeña mano se posó sobre su cuerpo y se deslizó hacia su cuello.

Alberto suspiró y de inmediato la soltó: -Raquel, ¿estás hablando en serio?

La pequeña cara de Raquel se sonrojó, como si estuviera cubierta con rubor embriagador: -¿ No te gusta? 1

Esa noche en la villa de los Ángeles, él la había empujado contra la pared...

Aunque nunca volvieron a mencionar esa noche, ninguno de los dos la había olvidado.

Alberto, con voz grave, preguntó: -¿Por qué?

Raquel lo miró a los ojos: -Muchas gracias hoy por salvarme. Quiero agradecerte

de verdad de corazón. Por eso a partir de ahora, estaremos en paz, no nos debemos nada.

Ella quería agradecerle de esa manera.

No quería seguir en deuda con él.

Alberto la miró con ojos rojos y penetrantes.

Raquel continuó: -No tienes que sentirte culpable. Esto es algo entre tú y yo. Nadie más lo sabrá, no se lo contaré a Ana.

Sus ojos se volvieron aún más oscuros.

En ese momento, Raquel levantó la cabeza y le dio un beso suave en sus finos labios, mientras sus ojos brillaban con algo más: -Alberto, soy muy buena en esto... mmm.

Dijo que era muy buena.

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Porque ella estudiaba medicina.

Pero esas palabras fueron como un fuego encendido en los oídos de él, y, sin control, la besó con furia, reclamando su boca con pasión.

La razón se desvaneció, y se dejó llevar por el deseo, hundiéndose en el torrente de la pasión.

Mucho tiempo después, Alberto abrazó a Raquel por los hombros y la atrajo hacia su pecho. Ella, con las mejillas rojas, descansaba sobre su torso. Ambos permanecieron en silencio, disfrutando del resplandor que quedaba después de la tormenta.

Después de un rato, Raquel intentó levantarse: -Voy al baño.

Alberto, con la voz ronca, respondió: -Te llevo.

-Déjame.noveldrama

Raquel trató de voltearse y levantarse.

Sin embargo, Alberto la abrazó por detrás. Raquel se apartó rápidamente. Su pequeña frente golpeó la cabecera de la cama.

-¡Ay!

Raquel gritó de dolor.

Alberto, con una mano grande, rápidamente acarició la zona golpeada de su frente: -¿Te duele?

Raquel lo miró, y en las comisuras de sus ojos alargados aún quedaban vestigios del rojo ardiente de la pasión, pero lo que predominaba era la ternura. Él la miraba suavemente, con una mirada llena de dulzura y cariño.

Así era él después de la pasión.

Cuidando de ella.

Raquel se sintió blanda por dentro: -No me duele.

-¿De verdad?

-Por supuesto que

sí.

Ella se escondió en su pecho y se rio suavemente.

En ese momento, un sonido de golpeteo llegó desde la pared. Ahora era el joven

de la habitación contigua el que estaba golpeando la pared.

Capitulo 95

Raquel se asustó y rápidamente guardó silencio. Alberto levantó las cejas con

una sonrisa de satisfacción. ¿Quién había dudado de él antes? Esta vez, él había ganado completamente.

Alberto cubrió ambos cuerpos con la manta y la acomodó junto a él: -¿Estás cansada?

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